Hola amigos: AL VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., como últimamente corren rumores que el líder de la Revolución Cubana; el ex Presidente Fidel Castro Ruz ha muerto, publicamos un desmentido firmado por el mismo con su puño y letra, estamos informando en forma imparcial y no tomamos partida por ninguna parte.
Leonid Brezhnev (segundo a la izquierda), Nikita Khrushchev y Fidel Castro. Taringa.
En porte firme como
el caguairán
Un amigo cuenta que hace apenas unas horas, al
visitar al Comandante a fin de despachar brevemente ciertos asuntos,
fue testigo de una buena noticia que entusiasmado resumió en una
frase: "El caguairán se levantó".
Dice que pudo apreciar cómo el
Jefe de la Revolución, tras recibir un poco de fisioterapia, daba
pasos en la habitación y luego, sentado en un sillón, conversó
animadamente.
Como al árbol emblemático de la
naturaleza cubana, enhiesto, con su madera fuerte, resistente e
ideal para fabricar obras duraderas, nuestro amigo vio al
Comandante, alentado y en pie, como quien anticipa nuevas victorias
y en porte firme como el caguairán.
ctualizado
2:30 A.M. (hora local)
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La
Habana, lunes 22 de octubre de 2012. Año 16 / Número 292
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ÓRGANO
OFICIAL DEL COMITÉ
CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA |
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Discurso pronunciado por Fidel
Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto por el 51
aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y "Carlos Manuel de
Céspedes", efectuado en la Universidad Central de Las Villas, el 26 de
julio de 2004.
(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)
Queridos compatriotas;
Distinguidos invitados:
En este 51 aniversario del asalto a la fortaleza del
Moncada el 26 de julio de 1953, dedicaré mis palabras a un personaje
siniestro que nos amenaza, nos insulta y nos calumnia. No es un capricho
o una opción agradable; es una necesidad y un deber.
El día 21 de junio en la Tribuna Antiimperialista leí
la epístola número dos al Presidente de Estados Unidos, respondiendo a
un infame informe del Departamento de Estado sobre el tráfico de seres
humanos de los que suele hacer, cual supuesto juez supremo moral del
mundo, el gobierno de ese país, en el que se acusa a Cuba de estar entre
los países que promueven el turismo sexual y la pornografía infantil.
Pasaron apenas dos semanas y, en lugar de guardar
decoroso silencio ante verdades irrefutables contenidas en la epístola,
los cables trajeron noticias de un discurso electoral de Bush en Tampa,
Florida, con nuevas y más alevosas acusaciones e insultos, que tenían el
claro propósito de calumniar a Cuba y justificar las amenazas de
agresión y las brutales medidas que acaba de tomar contra nuestro
pueblo.
La agencia francesa de prensa AFP comunicaba el 16 de julio desde Tampa lo siguiente:
"El presidente George W. Bush lanzó un duro ataque
contra Cuba al definirla como ‘principal destino del turismo sexual’ y
afirmó que Estados Unidos tiene el deber de liderar la lucha mundial
contra el tráfico de personas para trabajos forzados o fines sexuales."
"Cuba es uno de los diez países citados por el
Departamento de Estado en un informe divulgado en junio, en el que se
señala a los gobiernos que toleran el tráfico humano o fallan en luchar
contra este delito."
"‘El régimen de Fidel Castro convirtió a Cuba en el
principal destino del turismo sexual’ reemplazando al sudeste de Asia
como destino favorito de los pedófilos de Estados Unidos y Canadá,
afirmó Bush.
"Durante una conferencia en Tampa, Florida, el mandatario señaló a Cuba como uno de los peores violadores en la materia.
"‘El turismo sexual es una fuente vital de divisas para mantener su gobierno corrupto a flote’, acusó.
"Bush indicó que terminar con el tráfico de seres humanos será parte esencial de su política exterior.
"‘El tráfico de seres humanos trae sufrimiento y vergüenza a nuestro país y lideraremos la lucha contra ello’, prometió.
"‘Estamos en una lucha contra el mal, los
estadounidenses están agradecidos por su dedicación y servicio’, les
dijo a los presentes en la conferencia. ‘La vida humana es un regalo de
nuestro creador y nunca debe ser vendida.’"
Un cable de la agencia española EFE señalaba:
"‘Tenemos un problema a apenas 150 kilómetros de nuestras costas’, dijo Bush en el estado de Florida."
"Citó un estudio según el cual Cuba ‘ha reemplazado
al sudeste asiático como sitio para los viajes de pederastas y turistas
que buscan sexo’.
"‘Cuando se aflojaron las restricciones para los
viajes a Cuba en los años 90, el estudio encontró que el flujo de
estadounidenses y canadienses había contribuido a un agudo incremento de
la prostitución infantil en Cuba.’"
"‘Mi gobierno trabaja para una solución completa de este problema: la transición rápida y pacífica a la democracia en Cuba.’"
"‘Hemos puesto en marcha una estrategia para acercar
el día en que ningún niño o niña cubana sea explotado para financiar una
revolución fracasada y todos los cubanos vivan en libertad.’"
"Bush dijo que ‘la vida humana es el don de nuestro Creador y jamás debería estar a la venta’.
"‘Se requiere una clase especial de depravación para explotar y herir a los miembros más vulnerables de la sociedad.’"
"‘Los traficantes de personas roban a los niños su
inocencia, los exponen a lo peor de la vida antes de que hayan visto
mucho de la vida. Los traficantes separan a las familias, y tratan a sus
víctimas como bienes para la venta al mejor postor.’"
Para colmo de noticias extrañas, ese mismo cable
añadió frases de John Ashcroft, en el discurso de presentación de Bush
ante la Conferencia Nacional de Instrucción sobre Tráfico Humano:
"‘En el siglo XIX el presidente Abraham Lincoln
definió una visión de libertad para todos, y con justicia se le llama el
gran emancipador.’"
"‘En el siglo XXI tenemos un gran líder que nos ha
convocado a una comprensión de la libertad no como un regalo de Estados
Unidos al mundo sino como un don del todopoderoso a la humanidad.’"
Otro cable de la agencia inglesa REUTERS comunicaba:
"El Presidente de Estados Unidos acusó el viernes
al Presidente cubano de haber convertido su isla caribeña en un destino
de turismo sexual y de contribuir al problema mundial del tráfico de
personas."
La agencia italiana ANSA informaba:
"‘El régimen de La Habana está agregando más
crímenes: da la bienvenida al turismo sexual’, dijo Bush, quien incluso
repitió una presunta cita de Castro: ‘Cuba tiene las prostitutas más
limpias y educadas del mundo.’"
Cables posteriores han dado cuenta de que la cita
de una supuesta frase mía sobre este tema, que hace el Presidente de
Estados Unidos en su mencionado discurso de Tampa para sustentar sus
graves acusaciones, se basa en un documento sobre Cuba escrito por
Charles Trumbull, alumno de Derecho de la Universidad norteamericana de
Vanderbilt, quien declaró enfáticamente que el discurso de Bush
tergiversa el verdadero significado de una frase incluida en su trabajo,
añadiendo entre otras las siguientes aclaraciones:
"La prostitución tuvo un alza repentina en la nación caribeña posterior al derrumbe de la Unión Soviética."
"Castro, que declaró ilegal la prostitución al
asumir el poder en 1959, inicialmente contó con pocos recursos para
combatirla. Pero alrededor de principios de 1996 las autoridades cubanas
comenzaron a tomar medidas severas sobre la práctica."
"Aunque aún existe, es mucho menos visible y sería inexacto decir que el gobierno la promueve."
El lunes 19 de julio funcionarios de la
administración Bush reconocieron que no tenían otra fuente para
referirse al tema, que no fuera el trabajo del mencionado estudiante.
A pesar de que quedaba demostrado que el Presidente
de Estados Unidos había formulado una gravísima acusación a partir de
una frase contenida en el trabajo de un estudiante norteamericano, cuya
intencionada tergiversación fue desmentida por el propio autor, la
respuesta del vocero de la Casa Blanca, enfrentado a este desmentido, no
pudo ser más inusitada. Simplemente, según el propio cable,
"...defendió la inclusión [de la frase] argumentando que expresaba una
verdad esencial sobre Cuba", o sea, que para la Casa Blanca "verdad
esencial sobre Cuba" es cualquier cosa que el Presidente imagine en su
mente con independencia de que se corresponda o no con la realidad.
Este es exactamente el tipo de enfoque
fundamentalista a que el presidente Bush recurre constantemente, donde
los datos, los argumentos, las verdades, los razonamientos, las
realidades sobran, y lo único determinante es la idea que él tenga, o le
convenga, sobre un tema en particular: algo se convierte en una verdad
absoluta e irrebatible simplemente cuando el señor Bush lo imagina.
Hay muchos en el mundo que conocen muy poco de la
Revolución Cubana y pueden ser víctimas de las mentiras y engaños que el
gobierno de Estados Unidos difunde a través de los enormes medios de
divulgación de que dispone.
Pero hay también muchos, especialmente en los países
pobres, que conocen lo que es la Revolución Cubana, el esmero con que se
consagró desde el primer instante a la educación y a la salud de los
niños y de toda la población, su espíritu de solidaridad que la ha
llevado a cooperar desinteresadamente con decenas de países del Tercer
Mundo, su apego a los más altos valores morales, sus principios éticos,
su insuperable concepto de la dignidad y el honor de su Patria y de su
pueblo, por los cuales los revolucionarios cubanos han estado siempre
dispuestos a ofrendar sus vidas. Sin duda esos muchos amigos, en
cualquier rincón del mundo, se preguntarán cómo es posible que se lancen
contra Cuba tan incalificables y groseras calumnias.
Esto me obliga a explicar con toda seriedad y
franqueza las causas que, desde mi punto de vista, dan lugar a tales
inconcebibles e irresponsables afirmaciones por parte del Presidente de
la potencia más poderosa del planeta, quien además nos amenaza con hacer
desaparecer a la Revolución Cubana de la faz de la Tierra.
Lo haré con el máximo de objetividad posible, sin
afirmaciones arbitrarias ni adulteraciones vergonzosas de palabras,
frases y conceptos de otros, o guiado por mezquinos sentimientos de
venganza u odio personal.
Un tema ampliamente documentado en varios libros de
eminentes autores, científicos y otras personalidades norteamericanas es
la adicción del actual Presidente de Estados Unidos al alcohol durante
dos décadas, entre los 20 y los 40 años. Este punto ha sido
rigurosamente abordado de forma impresionante con criterio científico y
desde el punto de vista psiquiátrico por el doctor Justin A. Frank en
un libro ya famoso titulado "Bush en el diván".
El doctor Frank comienza aclarando que resulta
valioso definir científicamente si Bush era un alcohólico o si sigue
siéndolo, expresando textualmente a continuación:
".... la interrogante más apremiante es si la
influencia de esos años de bebedor empedernido y su abstinencia
posterior aún inciden en él y en los que lo rodean."
Prosigue explicando, y lo cito de forma textual:
"El alcoholismo es una enfermedad potencialmente
fatal, un mal de toda la vida que resulta sumamente difícil de detener
de forma permanente." (p.40)
A continuación, refiriéndose ya al Presidente de Estados Unidos en particular, expone:
"Bush ha dicho públicamente que dejó de consumir
alcohol sin la ayuda de Alcohólicos Anónimos (una organización dedicada
al tratamiento de adictos al consumo de alcohol), ni de ningún programa
contra el uso indebido de sustancias prohibidas, y ha afirmado que dejó
el hábito para siempre con la ayuda de instrumentos espirituales, tales
como el estudio de la Biblia y conversaciones con el evangelista Billy
Graham."
El libro en la página 40 cuenta que, según el
ex escritor de discursos David Frum, al llegar a la Oficina Oval Bush
convocó a un grupo de líderes religiosos, les pidió sus oraciones y les
dijo:
"Solo hay una razón por la que estoy en la Oficina
Oval y no en un bar." "Encontré la fe, encontré a Dios. Estoy aquí por
el poder de la oración."
Al respecto el Dr. Frank analiza que esta aseveración puede ser verdad, y apunta con sus propias palabras lo siguiente:
"Seguramente todos los estadounidenses quisieran
creer que el Presidente ya no bebe, aun cuando no tengamos la forma de
saber si es cierto. De ser así, se ajusta al perfil del antiguo bebedor
cuyo alcoholismo ha sido detenido pero no tratado".
Y añade:
"Los antiguos bebedores que se abstienen sin el
beneficio del programa de Alcohólicos Anónimos son conocidos como
‘borrachos secos’, etiqueta esta que ha circulado por Internet y por
otras partes refiriéndose a Bush. ‘Borracho seco’ no es un término
médico, y no es un término que yo utilice en un medio clínico. Pero aun
sin catalogar a Bush como tal, resulta difícil pasar por alto los muchos
elementos problemáticos de su carácter entre los rasgos que la
literatura sobre recuperación asocia con el alcoholismo, incluidos la
grandiosidad, la naturaleza sentenciosa, la intolerancia, el desapego,
la negación de la responsabilidad, una tendencia a reaccionar
excesivamente y una aversión por la introspección." (p.41)
El Dr. Frank insiste en que él personalmente ha
atendido a alcohólicos que detuvieron su adicción sin el tratamiento
adecuado, quienes por lo general tienen muy poco éxito en aprender a
controlar la ansiedad que una vez trataron de suprimir con el consumo de
alcohol, y explica que:
"Sus rígidos esfuerzos para controlar la ansiedad
dificultan cualquier análisis psicológico. Incluso algunos ni siquiera
pueden enfrentar la ansiedad de tener que admitir su alcoholismo."
Continúa el Dr. Frank:
"He observado que, sin esta admisión, incluso, los
antiguos bebedores no pueden cambiar realmente ni aprender de su propia
experiencia."
Y ya refiriéndose concretamente a Bush, hace el siguiente razonamiento:
"El patrón de culpa y negación, que tan arduamente
intentan romper los alcohólicos en recuperación, parece estar arraigado
en la personalidad alcohólica; raramente se limita a su alcoholismo. El
hábito de culpar a otros y negar la responsabilidad es tan dominante en
la historia personal de George W. Bush, que evidentemente se dispara
ante la más ligera amenaza.
"La rigidez en la conducta de Bush es quizás más
evidente en su bien documentada confianza en sus rutinas diarias ―las
reuniones famosamente breves, el programa sacrosanto de ejercicios, las
lecturas diarias de la Biblia y las limitadas horas de oficina. Una
persona saludable es capaz de alterar su rutina; una persona rígida no
puede hacerlo." (p.43)
“Por
supuesto” ―continϊa afirmando textualmente el eminente especialista
norteamericano―, “todos necesitamos descanso y relajaciσn, tiempo para
reagruparnos, pero al parecer Bush lo necesita
más que la mayoría. Y esto no constituye una sorpresa, entre otras
razones, porque la ansiedad de ser Presidente pudiera representar un
riesgo real de retornar a la bebida". (p.43)
"Conjuntamente con las rutinas rígidas vienen los procesos de pensamiento rígido ―otra caracterνstica de la presidencia de Bush", sigue afirmando, con precisiσn
casi matemática, el Dr. Frank: "Lo apreciamos en la forma testaruda,
casi obsesiva, en que se aferra a las ideas y los planes después que han
sido desacreditados, desde su imagen propia como persona que ‘unifica,
no divide’, hasta su convicción de que Iraq tenía armas de destrucción
masiva (o, en ausencia de dichas armas, que de alguna manera ‘los
Estados Unidos hicieron lo que era correcto en Iraq’ de todas formas).
Tal rigidez de pensamiento no está motivada por una simple testarudez;
el alcohólico sin tratamiento, consumido por la tarea de tener que
controlar las ansiedades que pudieran llevarlo a buscar la bebida,
simplemente no puede tolerar ninguna amenaza contra su statu quo."
Y agrega el Dr. Frank
que tal intolerancia generalmente trae como consecuencia respuestas
desproporcionadas en relación con la magnitud de la amenaza real que
percibe.
"Esto pudiera ayudar a explicar el dramático
contraste entre la respuesta de George W. a Saddam Hussein y la de su
padre, quien cuidadosamente creó una coalición, tomó medidas solo
después que Kuwait había sido invadida y, después, procedió con
prudencia y cautela cuando se estaba desarrollando la lucha –la conducta
de un líder experimentado que sabía que era responsable de un sinnúmero
de vidas, no un alcohólico acostumbrado a tomar medidas dramáticas para
autoprotegerse."
Continuando con su análisis, el doctor Frank puntualiza:
"Hay dos preguntas que, al parecer, la prensa está
decidida especialmente a pasar por alto, y que penden silenciosamente
en el aire desde antes que Bush asumiera la Presidencia: ¿Está aún
consumiendo alcohol? Y de no ser así, ¿está incapacitado por todos esos
años que pasó consumiendo alcohol? Ambas interrogantes tienen que ser
abordadas en cualquier evaluación seria de su estado psicológico."
(p.48)
En cuanto a la primera pregunta, señala la
posibilidad de que Bush esté calmando su ansiedad con medicamentos para
mantenerse alejado del alcohol, y se refiere en particular a su extraño
comportamiento en las conferencias de prensa.
Al respecto expone:
"Al escribir sobre la apariencia vacilante de Bush
en una conferencia de prensa ofrecida precisamente antes de comenzar la
guerra contra Iraq, el crítico del Washington Post Tom Shales especuló
que ‘probablemente el Presidente haya estado ligeramente medicado’."
"Sin embargo, más preocupantes son las comparecencias
que motivan sospechas no por la forma en que habla sino por lo que
dice. En repetidas ocasiones se ha enfrascado en una confabulación,
llenando los vacíos en su memoria con lo que él cree son hechos ―el más
significativo fue el 14 de julio de 2003 cuando se paró al lado de Kofi
Annan e inventó la idea de que los Estados Unidos le habían dado a
Saddam ‘una oportunidad para permitir la entrada de los inspectores y él
no los dejó entrar’. (Como observara el Washington Post, ‘Hussein,
realmente, había admitido a los inspectores y Bush se había opuesto a
prorrogar su trabajo porque no creía que fueran eficaces’. La
confabulación es un fenómeno común entre los consumidores de alcohol,
como lo es la perseverancia, que se evidencia en la tendencia de Bush a
repetir palabras y frases clave, como si la repetición lo ayudara a
permanecer calmado y mantener la atención." (p.49)
Y concluye el doctor Frank su análisis sobre estas dos preguntas con las siguientes palabras:
"Incluso si,
además, asumimos que los días de alcoholismo de George W. Bush quedaron
atrás, aún queda la interrogante del daño permanente que pudo haber
causado antes de que dejara de consumirlo ―mαs allα
del considerable impacto en su personalidad que podemos rastrear hasta
su abstinencia sin tratamiento. Todo estudio psicológico o
psicoanalítico integral del presidente Bush tendrá que explorar cuánto
ha cambiado el cerebro y sus funciones en más de veinte años de
alcoholismo. En un estudio reciente realizado por el Centro Médico de la
Universidad de California/San Francisco, los investigadores comprobaron
que los bebedores empedernidos que no se consideran a sí mismos como
alcohólicos revelan que ‘su nivel de consumo de alcohol constituye un
problema que necesita tratamiento’. El estudio observó que los bebedores
empedernidos de su muestra estaban ‘significativamente incapacitados en
las mediciones de memoria de trabajo, velocidad de procesamiento,
atención, función ejecutiva y equilibrio’. Aún está en curso una seria
investigación sobre la recuperación a largo plazo del consumo indebido
de alcohol. La ciencia ha establecido que el alcohol mismo es tóxico
para el cerebro, tanto para su anatomía (ya que el cerebro se reduce y
se amplían las fisuras entre los hemisferios y alrededor de estos) como
para su neurofisiología. Pero la recuperación se produce con la
sobriedad continuada, durante un período mayor de cinco años para muchos
alcohólicos. Bush afirma que ha permanecido sobrio durante más de
quince años y muy bien pudiera haber mejorado hasta los niveles
anteriores al consumo de alcohol. Sin embargo, incluso los alcohólicos
crónicos que recuperan sus funciones mentales comprometidas generalmente
sufren de un daño persistente en su capacidad para procesar la nueva
información. Importantes funciones neuropsicológicas se afectan: La
nueva información esencialmente se coloca en un fichero que se pierde en
el cerebro."
"Los ex bebedores empedernidos generalmente tienen
problemas para diferenciar entre la información importante y la
intrascendente. También pudieran perder parte de su capacidad para
mantener la concentración. Todo lo que tenemos que hacer para observar
la falta de atención de Bush es mirarlo cuando escucha un discurso
pronunciado por otra persona, observar su comportamiento en ocasiones en
plena campaña electoral o considerar el esfuerzo evidentemente
desesperado que hace para mantener la concentración en todos los
discursos que pronuncia." (p.50)
Por último el doctor
Frank señala que Bush aliviaría el temor de muchos estadounidenses
sometiéndose a pruebas psicológicas que pudieran medir científicamente
los efectos de su adicción al alcohol en el funcionamiento de su
cerebro, y advierte:
"De lo contrario, no podemos más que sospechar
―con razón― que nuestro Presidente pudiera estar incapacitado en su
habilidad para comprender las ideas e informaciones complejas." (p.51)
Y termina sentenciando:
"Probablemente todos nosotros estaríamos un tanto
temerosos de averiguarlo; después de todo, ya ha permanecido en la
presidencia durante tres años y ha conducido a nuestra nación a la
guerra. Pero si no lo hacemos, las consecuencias podrían condenarnos a
todos y cada uno de nosotros". (p.51)
Otro aspecto tratado con profundidad y detalles
en el mencionado libro "Bush en el diván", del doctor Justin A. Frank,
es el referido al fundamentalismo religioso del presidente Bush.
El doctor Frank explica cómo tratando de encontrar
alivio al caos interior que la bebida en algunos momentos calmó pero en
última instancia intensificó, Bush debe haber encontrado en la religión
una fuente de calma no totalmente diferente que el alcohol, y un grupo
de reglas que lo ayudan a manejar ambos, el mundo externo y su mundo
espiritual interno.
Expone que un análisis del
papel del fundamentalismo en la vida de Bush mostrará que la sustitución
de sustancias prohibidas es solo una de las varias formas en que Bush
depende de la religión como mecanismo de defensa, y afirma que Bush
utiliza la religión para simplificar e incluso sustituir el pensamiento,
de modo tal que, en cierta forma, no tenga siquiera que pensar. Agrega
que Bush, al colocarse del lado del bien ―al lado de Dios― se coloca por encima de la discusiσn y del debate mundano. La religiσn le sirve de escudo para protegerlo de los desafíos, incluidos aquellos que de otra forma él mismo se crearía.
Se pregunta cómo Bush llegó a este punto, y a
continuación expone que la tradición de la familia Bush ha descansado
por muchos años en la fe, en la creencia de un dios estrechamente
vinculado con la rectitud moral, pero hace la siguiente distinción:
"Sin embargo, la orientación religiosa del
presidente Bush representa un cambio significativo respecto de la
tradición familiar. Aun cuando ciertos aspectos de la tradición familiar
se han mantenido, particularmente la formalidad de la participación
religiosa, su conversión en la madurez hacia un enfoque más
fundamentalista contrasta dramáticamente con la vida espiritual de su
padre."
"Un análisis de los acontecimientos que llevaron a
Bush a abrazar de forma consciente el fundamentalismo demuestra que
efectivamente ocurrió en un momento en que buscaba soluciones
desesperadamente, en un momento de imperiosa necesidad."
Continúa el doctor Frank exponiendo que las
religiones fundamentalistas estrechan el universo de posibilidades y
dividen el mundo entre buenos y malos, en términos absolutos que no
dejan espacio para cuestionamientos, y al respecto explica:
"Igualmente se simplifica el concepto del yo. De
la misma forma que las enseñanzas fundamentalistas de la creación niegan
la historia, la noción fundamentalista de la conversión o del
renacimiento estimula al creyente a verse a sí mismo desligado de la
historia. La defensa evasiva e interesada que Bush hace de su vida antes
de su renacimiento muestra precisamente esta tendencia. ‘No es bueno
hacer un inventario de los errores que cometí cuando era joven’, insiste
Bush. ‘Creo que la forma… de contestar las preguntas sobre
comportamientos específicos es recordándole a la gente que, cuando yo
era joven e irresponsable, era joven e irresponsable. Cambié…’ Para el
creyente, el poder de la absolución espiritual no solo borra los pecados
del pasado, sino que establece un divorcio entre el yo actual y el
pecador original."
El doctor Frank aclara
que no hay nada inherentemente sobrenatural en el hecho de que Bush
busque la protección en su fe y que, aun cuando ésta lo hace más fuerte,
la rigidez de sus patrones de pensamiento y discurso, y de su agenda,
señalan hacia una fragilidad considerable. Explica que los temores de
Bush a todo ―desde la desavenencia hasta los ataques terroristas―
a veces resultan dolorosamente evidentes, incluso (o especialmente) en
sus abstinencias, y que es un hombre que busca desesperadamente la
protección. Y se pregunta: "¿Pero contra qué busca George W. Bush
protegerse tan desesperadamente?", dando respuesta a esta pregunta con
el siguiente análisis:
"El sistema de creencias que tan firmemente
sostiene, lo protege contra los desafíos a sus ideas, de los que lo
critican, de sus oponentes y, más importante aún, de sí mismo.
Al profundizar en el tema, resulta difícil no creer que sufra del miedo
innato a desmoronarse, un miedo demasiado aterrador para que lo pueda
enfrentar."
"Para una persona que trata desesperadamente de no
perder el camino, aferrarse a una fe (o incluso a unas pocas frases
claves), y ceñirse a ellas, es otra forma de protegerse para no
desmoronarse. Las conferencias de prensa del presidente Bush dan
muestras alarmantes de esta continua ansiedad –una evidencia tan
inequívoca que para nada sorprende que la Casa Blanca dude tanto en
programarlas. Tras una particularmente desastrosa conferencia de prensa
ofrecida en julio de 2003, el columnista político del Slate, Timothy
Noah, observó que ‘Bush parecía discordante’. En un crítico editorial
publicado al día siguiente, el New York Times señalaba que las
respuestas del Presidente eran ‘vagas y algunas veces casi
incoherentes’, sugiriendo perspicazmente que Bush estaba ‘deslumbrado
con el mito inventado por su propio gobierno’."
Pone algunos ejemplos de frases repetitivas de Bush durante esa conferencia de prensa:
"Y por tanto, estamos progresando. Es lento, pero de seguro estamos progresando en hacer que ―aquellos que aterrorizan a sus compatriotas paguen, y estamos progresando
en convencer al pueblo iraquí de que la libertad es real. Y mientras
más se convenzan de que la libertad es real, asumirán las
responsabilidades que una sociedad libre exige…"
"Y la amenaza es una amenaza real. Y es una amenaza
sobre la que evidentemente no tenemos datos específicos, no sabemos
cuándo, dónde, qué. Pero sí sabemos un par de cosas… evidentemente
estamos hablando con gobiernos extranjeros y con aerolíneas extranjeras
para indicarles cuán real es la amenaza…"
"No sé cuán cercanos estamos de capturar a Saddam Hussein. Como saben, estamos más cerca de capturarlo que ayer. Supongo. Solo sé que estamos a la caza. Es como si ustedes me hubiesen preguntado, antes de haber capturado a sus hijos, cuán cercanos estábamos de capturar a sus hijos. Yo diría, no sé, pero estamos a la caza."
"Bueno, ante todo, la guerra contra el terrorismo continúa, como yo le recuerdo a la gente constantemente… La amenaza sobre la que preguntas, Steve, nos recuerda que necesitamos estar a la caza, porque la guerra contra el terrorismo continúa…"
"Les acabo de decir que existe una amenaza a los Estados Unidos…"
"No tengo duda alguna, Campbell, de que Saddam Hussein representaba una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos y una amenaza a la paz en la región…"
"Saddam Hussein era una amenaza. Las Naciones Unidas lo consideraban una amenaza. Esa es la razón por la que aprobaron 12 resoluciones. Mis predecesores lo consideraban una amenaza. Hemos recopilado mucha información. Esa información era buena, una información sólida en base a la cual tomé una decisión…"
Y continúa el doctor Frank:
"Sus temores son tan poderosos que ni siquiera los puede enfrentar. Su
tristemente célebre consejo a los estadounidenses, a menos de dos
semanas después de los sucesos del 11 de septiembre –cuando aconsejó a
los norteamericanos que continuaran saliendo de compras y viajando como
antes, en evidente contradicción con las medidas radicales que estaba
tomando como respuesta a la recién descubierta vulnerabilidad de la
nación— son prueba de la forma simplista con que analiza la situación,
dando la espalda a la ansiedad y la preocupación. Compárese su
reacción a la del alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, que enfrentó
sus temores, se subió las mangas y se puso a trabajar, haciendo que la
gente se sintiese mucho más segura que con el forzado distanciamiento de
Bush."
"Desde que asumiera la Presidencia, Bush ha
continuado citando las instrucciones divinas para justificar sus
acciones. Como apareciera en el Haaretz News, de Israel, Bush dijo:
‘Dios me dijo que atacara a Al Qaeda y la ataqué, y luego me instruyó
atacar a Saddam, lo cual hice.’"
Finalmente el doctor Frank hace la siguiente reflexión:
"La batalla bíblica entre el bien y el mal ha
resonado en todos sus discursos desde el 11 de septiembre, desde su
repetido uso del término ‘Cruzada’, su caracterización de los
terroristas como ‘malhechores’, hasta el agrupar a Iraq, Irán y Corea
del Norte en el ‘Eje del Mal’. Al mismo tiempo, presenta a los Estados
Unidos como una nación de víctimas totalmente inocentes. Al exteriorizar
el mal de esta forma, al tiempo que absuelve a Estados Unidos de
responsabilidad alguna, Bush ha transformado su visión desintegrada e
infantil del mundo en una política exterior absolutamente combativa (y
primitiva)."
"La retórica de Bush" ―concluye el doctor Frank― ”pone de relieve cσmo identifica los conceptos de ιl
como Presidente con Dios y los Estados Unidos. Para él, estos tres
conceptos parecen haberse vuelto intercambiables. Incapaz de llorar los
muertos del 11 de septiembre lo suficiente como para permitir una
investigación exhaustiva de cómo sucedieron los hechos ―y qué
responsabilidad pudimos haber tenido nosotros—, ataca ciegamente al
‘enemigo’ que ve en todas partes, como si de repente hubiese un
terrorista debajo de cada piedra."
En su libro "Blancos
estúpidos" Michael Moore señala que Bush tiene claros síntomas de
incapacidad para leer al nivel de un adulto, y expone lo siguiente como
parte de una carta abierta a Bush:
"1. George ¿puedes leer y escribir al nivel de un adulto?
"A mí y a muchos otros nos parece que,
lamentablemente, pudieras ser un analfabeto funcional. No es algo para
avergonzarse. Millones de norteamericanos no pueden leer por encima del
nivel de cuarto grado."
"Pero, permíteme preguntar lo siguiente: si tienes
problemas para comprender los documentos acerca de la compleja situación
que te son entregados como Líder del Mundo casi Libre, ¿cómo podemos
confiarte algo como nuestros secretos nucleares?"
"Todos los signos de este analfabetismo están ahí –y
aparentemente nadie te ha desafiado sobre ellos. La primera pista fue el
que nombraste como tu libro favorito de la infancia, "The Very Hungry
Caterpillar" (La Oruga muy Hambrienta).
"Lamentablemente, ese libro no fue publicado hasta un año después que te graduaste en la universidad."
"Una cosa está clara para todos –no puedes hablar el idioma inglés en oraciones que podamos comprender.
"Si vas a ser Comandante en Jefe, tienes que ser
capaz de comunicar tus órdenes. ¿Qué sucederá si estas pequeñas
equivocaciones continúan sucediendo? ¿Sabes cuán fácil sería convertir
un pequeño paso en falso en una pesadilla de seguridad nacional?"
"Tus asistentes han dicho que tú no lees los
documentos de instrucciones que ellos te dan, y que tú les pides que se
los lean por ti o te los lean a ti.
"Por favor, no tomes nada de esto como algo personal.
Quizás sea una incapacidad de aprendizaje. Cerca de sesenta millones de
norteamericanos tienen incapacidad para aprender."
En el libro "Contra todos los enemigos", Richard
Clarke relata que cuando Bush llegó a la Casa Blanca "muy tempranamente
fuimos advertidos que el Presidente no era un gran lector".
El libro "Bush en guerra", de Bob Woodward, relata
que en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad durante la guerra
de Afganistán, Bush expresó lo siguiente: "Yo no leo las páginas
editoriales. Yo no lo hago. La hiperventilación que tiende a crearse
alrededor de esos cables, cada experto y cada ex coronel y todo eso, es
justamente ruido de fondo."
Hasta aquí una brevísima síntesis de lo expuesto
sobre algunos temas por importantes personalidades norteamericanas, que
ayudan a explicar la extraña conducta y belicosidad del Presidente de
Estados Unidos.
No quiero extenderme por ahora en asuntos más
delicados todavía, como aquellos cuya divulgación costaron la vida
a J. H. Hatfield, autor del libro "Hijo Afortunado", o sobre otros temas de gran interés abordados por eminentes autores realmente brillantes y valientes.
Las calumnias y mentiras del señor Bush y sus
asesores más cercanos fueron elaboradas precipitadamente para justificar
las atroces medidas tomadas contra ciudadanos de origen cubano
residentes en Estados Unidos que poseen vínculos con familiares
allegados en Cuba.
Tal ultraje, como ya advertimos el pasado 21 de
junio, tendría consecuencias políticas adversas en el estado de la
Florida, que puede ser decisivo en la actual contienda electoral. La
idea de un voto de castigo cobra fuerzas entre miles de
cubano-americanos, muchos de los cuales normalmente habrían votado por
Bush.
El odio y la ceguera condujeron a la Administración a
una acción inmoral y estúpida, presionada por la mafia terrorista que
le dio a Bush la victoria fraudulenta con un millón de votos menos que
su rival en toda la nación y una mísera ventaja de 537 votos en la
Florida donde, además de que muchos muertos "ejercieron" el derecho al
sufragio, miles de ciudadanos negros fueron impedidos por la fuerza de
ejercerlo. Quince o veinte mil electores podrían hundir sus aspiraciones
de reelección. A nivel de todo el país las brutales medidas han sido
también criticadas.
En su inmensa mayoría esa mafia terrorista, que
decidió nada menos que la elección de un Presidente de Estados Unidos,
está integrada o dirigida por antiguos batistianos y sus descendientes;
por grupos que participaron durante décadas en las acciones terroristas,
ataques piratas, planes de asesinato contra líderes revolucionarios
cubanos y todo tipo de agresiones armadas contra nuestra Patria; por
grandes terratenientes y familiares de la alta burguesía afectada por
las leyes revolucionarias, que junto a los anteriores recibieron
privilegios de todo tipo, y muchos reunieron grandes fortunas y
adquirieron influencia en importantes sectores de poder dentro de los
gobiernos de Estados Unidos.
Más del 90 por ciento de los que emigraron de Cuba
desde el triunfo de la Revolución lo hicieron por canales normales y
motivados por razones económicas, sus salidas fueron autorizadas por la
Revolución sin obstáculo alguno. Pero los cubanos emigrantes estaban
obligados a pasar bajo las horcas caudinas de aquella mafia poderosa, de
cuya influencia no podían fácilmente prescindir.
A diferencia de los muchos millones de
latinoamericanos, incluidos haitianos y caribeños, que legal o
ilegalmente emigraron a Estados Unidos y son calificados como
emigrantes, a los cubanos sin excepción alguna se los califica como
exiliados.
Por otro lado, la absurda Ley de Ajuste ha costado
incontables pérdidas de vidas cubanas, al premiar y estimular las
salidas ilegales otorgando privilegios excepcionales que no se conceden a
los ciudadanos de cualquier otro país del mundo.
Sin embargo, Cuba desde hace años, aun antes del
derrumbe de la Unión Soviética y el período especial, a pesar de los
riesgos de espionaje y planes terroristas procedentes de Estados Unidos,
les fue concediendo a los emigrados permisos para visitar a sus
familiares y su país de origen, mientras la Administración Bush les
cierra abruptamente las puertas, en su fanática obsesión de hacer rendir
a Cuba por la vía de asfixiarla económicamente.
Con el mismo objetivo de privar al país de ingreso
alguno, califica la industria turística en Cuba de turismo sexual, y a
las personas procedentes de Estados Unidos que visitan nuestro país,
como "pedófilos" y "buscadores de placer".
El señor Bush no vacila tampoco en endilgar el mismo
calificativo a los turistas canadienses, cuando todo el mundo conoce que
en su inmensa mayoría se trata de jubilados y personas de la tercera
edad, que acompañados de sus familiares buscan y disfrutan la
tranquilidad y seguridad excepcional, la educación, cultura y
hospitalidad que encuentran en nuestro país.
¿Cómo calificaría el señor Bush a las decenas de millones de turistas que visitan cada año Estados Unidos, donde abundan los
casinos, las casas de juego, los centros de prostitución masculina y
femenina y otras muchas formas de actividades relacionadas con la
pornografía y el sexo, ninguna de las cuales existen en Cuba y son
ajenas a la cultura revolucionaria de nuestro pueblo?
¿Cómo calificaría a las decenas de millones de
europeos que visitan España cada año, donde numerosas páginas de prensa
se dedican a publicitar los nombres, las direcciones, las
características físicas, culturales e intelectuales, las especialidades y
dones individuales para todos los gustos de las personas que practican
el antiguo oficio de la prostitución? ¿Calificaría las industrias
turísticas norteamericana y española de turismo sexual?
Ninguna de las actividades mencionadas tiene lugar en
Cuba. Sin embargo, en la mente calenturienta y fundamentalista del
todopoderoso señor de la Casa Blanca y sus más íntimos asesores, ahora
hay que "salvar" a Cuba no solo de la "tiranía", hay que "salvar a los
niños cubanos de la explotación sexual y del tráfico de personas", "hay
que librar al mundo de este atroz problema que tiene lugar a 150
kilómetros de Estados Unidos".
¿Nadie le ha dicho que en Cuba, antes del triunfo
revolucionario de 1959, alrededor de 100 mil mujeres por pobreza,
discriminación y falta de empleo, ejercían de forma directa o indirecta
la prostitución, a las que la Revolución educó y buscó empleo, quedando
prohibidas desde entonces las llamadas "zonas de tolerancia" que
existían en la república mediatizada y la neocolonia impuestas por
Estados Unidos?
¿Nadie le ha dicho que los niños cubanos, cuya salud
física, mental y moral constituye el objetivo más priorizado de la
Revolución, son protegidos por leyes de mucho mayor severidad que las de
Estados Unidos, y están todos escolarizados, incluidos más de 50 mil
que por padecer determinadas formas de discapacidad requieren y reciben,
sin excepción alguna, esmerada atención en centros de educación
especial?
¿Nadie le ha dicho que la mortalidad infantil es menor en Cuba que en Estados Unidos y continúa descendiendo?
¿Nadie se atrevió a susurrarle que Cuba ocupa en la
educación un lugar destacado e internacionalmente reconocido; que todos
los servicios de educación y salud son gratuitos y abarcan a la
totalidad de la población; que en la educación, la salud y la cultura se
desarrollan hoy programas que la situarán muy por encima de todos los
países del mundo?
La histórica sesión de la Asamblea Nacional del Poder
Popular de Cuba celebrada el 1º y 2 de julio desenmascaró y puso en
ridículo el grotesco informe de más de 400 páginas en el que se habla
amplia y detalladamente de los programas neocoloniales y anexionistas
que propone aplicar el grupo fascista que engendró tan repugnante
proyecto contra el pueblo y la soberanía de Cuba. No han logrado con
ello otra cosa que unir más a nuestro pueblo e incrementar su espíritu
de lucha.
Hay que estar rematadamente locos para hablar nada
menos que de aplicar programas de alfabetización y vacunación en Cuba,
donde hace rato el analfabetismo fue erradicado, la escolaridad mínima
alcanza nueve grados y los niños están vacunados contra 13 enfermedades.
En todo caso, programas de ese tipo debieran aplicarse a decenas de
millones de norteamericanos excluidos, que no disfrutan del beneficio
del seguro médico, o no han ido a la escuela, o son analfabetos totales o
funcionales.
Ni siquiera la Administración de Estados Unidos se ha
atrevido a decir una sola palabra sobre la oferta generosa que hizo
nuestro país de salvar, en el breve período de cinco años, una vida por
cada una de las personas que murieron en las Torres Gemelas, atendiendo
gratuitamente a tres mil ciudadanos norteamericanos que no reciben
servicios de salud imprescindibles para preservar la vida. Tampoco se ha
respondido a la pregunta de si serían castigados o no los que
decidieran viajar a Cuba y acogerse a esa oportunidad.
Es realmente revelador el hecho de que el mismo día
que tan infames calumnias y amenazas fuesen proferidas por el señor
Bush, una prestigiosa institución científica norteamericana de
California suscribiera con el Centro de Inmunología Molecular de Cuba un
acuerdo de transferencia de tecnología desarrollada en nuestro país
para las pruebas clínicas y ulterior producción de tres vacunas
prometedoras en la lucha contra el cáncer, enfermedad que, como se
conoce, mata a más de medio millón de ciudadanos norteamericanos cada
año.
Justo es reconocer que en ese caso no hubo obstrucción por parte de las autoridades norteamericanas.
El hecho demuestra cómo los frutos de cuanto he dicho
antes empiezan a brotar en nuestro país por todas partes, a pesar de 45
años de cruel bloqueo y agresiones por parte de los gobiernos de
Estados Unidos.
Y no se trata de armas biológicas, armas químicas ni
armas nucleares; se trata de avances científicos que pueden ayudar a
toda la humanidad.
¡Ojalá que, en el caso de Cuba, Dios no quiera "dar
instrucciones" al señor Bush de atacar a nuestro país, y lo induzca más
bien a evitar ese colosal error! Él debería cerciorarse de la
autenticidad de cualquier mandato bélico divino, consultándolo con el
Papa y otros prestigiosos dignatarios y teólogos de las iglesias
cristianas, preguntándoles qué opinan.
Excúseme, señor Presidente de Estados Unidos, que en
esta ocasión no le escriba una tercera epístola. Habría sido difícil
analizar este tema por esa vía. Podría parecer un insulto personal. De
todas formas, me adhiero a las normas de la cortesía.
Salve, César, pero esta vez añado: ¡los que estamos
dispuestos a morir no tememos a tu enorme poder, tu ira irrefrenable ni
tus peligrosas y cobardes amenazas contra Cuba!
¡Viva la verdad!
¡Viva la dignidad humana!
Julio 26 del 2004
Fidel Castro está agonizando
Por Fidel Castro
Bastó
un mensaje a los graduados del primer curso del Instituto de
Ciencias Médicas "Victoria de Girón", para que el gallinero de
propaganda imperialista se alborotara y las agencias informativas se
lanzaran voraces tras la mentira. No solo eso, sino que en sus
despachos cablegráficos le añadieron al paciente las más insólitas
estupideces.
El periódico ABC de España, publicó que un médico venezolano que
radica no se sabe donde, reveló que Castro había sufrido una embolia
masiva en la arteria cerebral derecha, "puedo decir que no vamos a
volverlo a ver públicamente". El presunto médico, que si lo es
abandonaría primero a sus propios compatriotas, calificó el estado
de salud de Castro como "muy cercano al estado neurovegetal".
Aunque
muchas personas en el mundo son engañadas por los órganos de
información, casi todos en manos de los privilegiados y ricos, que
publican estas estupideces, los pueblos creen cada vez menos en
ellas. A nadie le gusta que lo engañen; hasta el más incorregible
mentiroso, espera que le digan la verdad. Todo el mundo creyó, en
abril de 1961, las noticias publicadas por las agencias
cablegráficas acerca de que los invasores mercenarios de Girón o
Bahía de Cochinos, como se le quiera llamar, estaban llegando a La
Habana, cuando en realidad algunos de ellos trataban
infructuosamente de llegar en botes a las naves de guerra yankis que
los escoltaban.
Los pueblos aprenden y la resistencia crece frente a las crisis
del capitalismo que se repiten cada vez con mayor frecuencia;
ninguna mentira, represión o nuevas armas, podrán impedir el
derrumbe de un sistema de producción crecientemente desigual e
injusto.
Hace pocos días, muy próximo al 50 aniversario de la "Crisis de
Octubre", las agencias señalaron a tres culpables: Kennedy, recién
llegado a la jefatura del imperio, Jruschov y Castro. Cuba nada tuvo
que ver con el arma nuclear, ni con la matanza innecesaria de
Hiroshima y Nagasaki perpetrada por el presidente de Estados Unidos
Harry S. Truman, estableciendo la tiranía de las armas nucleares.
Cuba defendía su derecho a la independencia y a la justicia social.
Cuando aceptamos la ayuda soviética en armas, petróleo, alimentos
y otros recursos, fue para defendernos de los planes yankis de
invadir nuestra Patria, sometida a una sucia y sangrienta guerra que
ese país capitalista nos impuso desde los primeros meses, y costó
miles de vidas y mutilados cubanos.
Cuando Jruschov nos propuso instalar proyectiles de alcance medio
similares a los que Estados Unidos tenía en Turquía —más cerca
todavía de la URSS que Cuba de Estados Unidos—, como una necesidad
solidaria, Cuba no vaciló en acceder a tal riesgo. Nuestra conducta
fue éticamente intachable. Nunca pediremos excusa a nadie por lo que
hicimos. Lo cierto es que ha transcurrido medio siglo, y aún estamos
aquí con la frente en alto.
Me gusta escribir y escribo; me gusta estudiar y estudio. Hay
muchas tareas en el área de los conocimientos. Nunca las ciencias,
por ejemplo, avanzaron a tan asombrosa velocidad.
Dejé de publicar Reflexiones porque ciertamente no es mi papel
ocupar las páginas de nuestra prensa, consagrada a otras tareas que
requiere el país.
¡Aves de mal agüero! No recuerdo siquiera qué es un dolor de
cabeza. Como constancia de cuán mentirosos son, les obsequio las
fotos que acompañan este artículo.
Fidel Castro Ruz
Octubre 21 de 2012
10 y 12 a.m.
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
ayabaca@yahoo.com